domingo, 22 de marzo de 2020

"Me llegó por whatsapp": La crisis de la noticia y los riesgos de la estupidez viralizada
La situación generada por la pandemia del coronavirus dejará, más allá de las consecuencias en la salud de las personas, muchas enseñanzas de las que aprender. La información y sus variables; el concepto de "noticia" y el lugar de los medios deberán ser, una vez más, revisados.
por Luciano Peralta





Me tiento y empiezo diciendo que nos merecemos todo lo que nos pasa. Lo creo. Pero hago el esfuerzo y dejo de lado mi costado pesimista (realista) y me pongo en modo comunicador social en la Emergencia Sanitaria.

Ahora sí, afirmo que, finalmente, las nuevas formas de hacer periodismo, o de trasmitir noticias, terminan tropezando con sus propios atajos, con los vicios de la dinámica on line con la que el siglo XXI nos tienta a cada momento.

La ruptura del concepto “noticia” no es ninguna novedad. La comunicación on line ha desvirtuado totalmente los criterios de noticiabilidad. Y las razones de esto son, entre otras cosas, por un lado, la ausencia de límites finitos del formato –a diferencia del diario, la radio o la TV, en la web no existe limitación de espacio–; y, por otro, la priorización de la cantidad de visitantes sobre la calidad de lo que se informa. En otras palabras: el reinado del clic, muchas veces, cueste lo que cueste.

No quiero volar demasiado sobre el análisis teórico de esta situación, aburre. Sí, me gustaría referirme a las consecuencias –tangibles y concretas– que esta realidad tiene en el marco de la pandemia del Covid -19 (para quien todavía no se enteró: un virus que cuenta por miles a sus víctimas en todo el mundo y que ya infectó a más de dos centenares de personas en Argentina).

Eldiaonline.com, sitio para el que trabajo, comunicó, el viernes por la tarde, el primer caso de coronavirus confirmado en Gualeguaychú. Para ello, como manda cualquier manual sobre periodismo, se consultó a la fuente oficial y, de hecho, se publicó el comunicado del Ministerio de Salud de Entre Ríos que informaba sobre el cuarto caso en la provincia.

Hace 20 años, nadie hubiese cuestionado o puesto en duda la veracidad de la información. Es que, hace 20 años la noticia habría sido la tapa del diario de papel del día siguiente. Hoy, la dinámica on line demanda de apenas unos pocos segundos para construir una tapa, virtual en este caso. Pero la inmediatez y la masividad que ofrece un sitio en internet es compartida por otro medio, igual de inmediato y de masivo: Whatsapp.





Por la atención que despierta cualquier publicación sobre la pandemia y por la importante llegada del medio, hicieron falta apenas uno pocos segundos para que, mis compañeros y yo empecemos a recibir preguntas del tipo “¿Es verdad lo que publicó ElDía?”; “¿Es cierto lo del infectado?”, o directamente cuestionamientos a la veracidad de la información publicada.

Con la velocidad del virus que se expande por el mundo, los audios tardaron apenas unos segundos en inundar los grupos de whatsapp de todo tipo. En ellos se sostenían las más diversas explicaciones sobre el caso positivo en Gualeguaychú: desde la rotunda falsedad de la noticia publicada hasta explicaciones como: “Mi cuñada, que trabaja en el hospital me dijo…”; “Ahí me compartió una enfermera en el grupo de mi hija, dice que la persona es de Buenos Aires pero tiene domicilio en Gualeguaychú”; “no hay coronavirus en Gualeguaychú, salta en el sistema porque tiene domicilio acá”.

Otro de los tantos audios que se viralizaron sostiene: “Mi informante, el corresponsal que tengo en Gualeguaychú, me dice que el muchacho se lo agarró en Centro América y que al entrar en Buenos Aires quedó acá varado, como tiene domicilio en Gualeguaychú salió como que el pibe es de allá, pero está acá en Buenos Aires. Así que los de diario ElDía están mintiendo loco, es una falsa noticia y hay que denunciarlos y hacerle juicio ya, buscar al que hizo la nota y a denunciarlo públicamente y escracharlo por todo el país”.

El problema no es (sólo) el contenido de los audios, el problema es la manera acrítica que se reenvían: copiar-reenviar, si es verdad o mentira no importa; si genero preocupación y angustia, no importa. Lo que importa es la velocidad con la que reenvío todo lo que me llega.

Las distintas versiones sobre el caso positivo en Gualeguaychú generaron una bola incontrolable de des-información hasta que, en sintonía con la primera publicación, las autoridades oficiales y el resto de los medios de comunicación confirmaron lo anunciado: el primer caso de coronavirus positivo en la ciudad.

¿Cómo se llegó a esto? Como decía, por la propia dinámica actual de los medios, en la que la noticia compite (siempre en desventaja) con el culo de Sol Pérez, la “macabra confesión” de alguien (ya no importa de quién) o con el “insólito” caso de algún otro en algún lugar del mundo. Los criterios de noticiabilidad que aprende cualquier estudiante de comunicación vuelan por los aires para darle paso a la tiranía del clic. “Si vende, se publica”, esa en la lógica generalizada, no importa dónde pasó y, más allá, en el extremo de los casos, no importa si realmente ocurrió.

Es que el objetivo de ese tipo material no es informar, es entretener, llamar la atención y generar más y más clics, para, en última instancia, poder seducir a los auspiciantes que sostienen viejas estructuras periodísticas cada vez más difíciles de sostener.

Esta realidad pone en crisis la credibilidad de los medios y los obliga a redefinir su rol como herramientas de la comunicación social. Porque fueron los medios tradicionales, en el afán de no desaparecer, los que copiaron de las redes sociales la forma de comunicar. Ahora, cayeron en la trampa de su lógica: el usuario menos entrenado no sabe distinguir entre un comunicado oficial sobre la pandemia que tiene en vilo al mundo y la frívola confesión de algún mediático de ocasión. Lo importante se iguala con lo descartable. Todo es lo mismo.

Y, puntualmente en coyunturas de gravedad como la que vivimos, es peligroso trasmitir ese mensaje. Porque todo no da igual, porque la irresponsabilidad de uno puede generar la muerte de varios, porque todos necesitamos cuidarnos entre todos. Nuestra vida depende de eso.

La autocrítica de los medios de comunicación tiene que llegar, pero de nada servirá si los reenviadores de audios de whatsapp no hacen su parte. La estupidez viralizada puede costarnos demasiado caro. Y, estoy seguro, tampoco somos del todo conscientes de ello.



Fuente: eldiaonline.com

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