miércoles, 6 de octubre de 2021

Colapso de Facebook: por qué fue tan fuerte el impacto
El apagón mostró que la idea de red indestructible se pierde cuando buena parte del flujo de internet depende de los servidores de muy pocos jugadores.
Por Esteban Magnani





Desde pasado el mediodía de este lunes y durante algo más de seis horas fue imposible conectarse a Whatsapp, Facebook, Messenger e Instagram, cuatro de las cinco apps más presentes en los celulares de todo el mundo. El impacto fue feroz porque estas aplicaciones se usan para comunicaciones de todo tipo: laborales, familiares, recreativas, para sacar turnos, vender productos o pedir una pizza. Luego de que la pandemia forzara a navegar cotidianamente en el mundo digital, la caída de esos servicios empujó a los usuarios a naufragar nuevamente en el mundo analógico, aferrados al salvavidas de los llamados telefónicos, los SMS o apps de mensajería alternativas. La cantidad de memes que circularon (en otras redes) fueron una pequeña muestra de la ansiedad de una sociedad que se sintió como si la hubieran privado de uno de sus cinco sentidos y que olvidó cómo era no poder conectarse con cualquiera en cualquier momento.

Y no es solo en Argentina: Facebook tiene cerca de 2.895 millones de usuarios mensuales, más de un tercio de la población global. Whatsapp cuenta con dos mil millones, Messenger 1.300 e Instagram otros 1.000 millones. Todos estos servicios pertenecen a Facebook.

La concentración no para de crecer pese a algunos tibios intentos de controlarla. Cuando Facebook compró Whatsapp en 2014, por 19.000 millones de dólares, prometió a los organismos reguladores europeos que no cruzaría los datos obtenidos por ese sistema de mensajería con los de Facebook. Lo hizo igual y en 2018 fue multado por cifras muy inferiores al dinero que el cruce de datos le permitía obtener. La caída de los servicios en simultáneo demuestran, por si quedaban dudas, la simbiosis entre todas estas aplicaciones puestas al servicio de la gigantesca empresa de publicidad que es Facebook. Es de ese mercado de donde obtiene del 98 por ciento de sus ingresos.

Para peor, la necesidad de todos por comunicarse aumentó repentinamente el tráfico en plataformas alternativas que cayeron en dominó por varios minutos, como le ocurrió a Telegram o Signal. Hasta la noche del lunes, Facebook no dio explicaciones concretas sobre las causas del problema. Es imposible saber qué ocurre en esa caja negra; es que pese al lugar clave que tienen sus servicios en el planeta, solo ellos tienen acceso a los servidores donde están la explicaciones. Para peor, el desperfecto se suma a la denuncia más reciente en contra de la empresa que hizo una ex gerenta de producto, Frances Haugen. El combo de malas noticias hizo caer la cotización de las acciones un 5% en pocas horas, pero todo indica que, como ocurrió en el pasado, el desprestigio tendrá patas cortas.

Luego del escándalo de Cambridge Analytica, cuando incluso se iniciaron campañas invitando a eliminar las cuentas en la red social, las acciones llegaron a caer por unos pocos días para luego recuperarse como si nada hubiera pasado gracias a unos envidiables reportes de ganancias. Ni siquiera la posterior multa de 5.000 millones de dólares por su responsabilidad en el caso logró hacer temblar a la empresa.

La caída vuelve a traer la atención sobre la deriva de internet de las últimas décadas en un proceso que transformó una red de redes pensada, justamente, para ser indestructible, hasta su actualidad de concentración y gestionada por un puñado de empresas.

La guerra fría

Es sabido que internet nació como un proyecto militar en tiempos de Guerra Fría y amenaza nuclear. Mantener una red distribuida era la mejor forma de garantizar que ninguna bomba puntual pudiera paralizar las comunicaciones. Una red permitiría hacer circular los mensajes por caminos alternativos.

Este proyecto luego fue tomado por varias universidades que utilizaron los cables telefónicos para conectar a las computadoras. Eso fue básicamente internet hasta que en los años 90 llegó la web y comenzó el vértigo que la caracteriza hasta nuestros días. En sus primeros años, internet en general, pero sobre todo la web, parecía un espacio democratizador en el que todos podrían hablar en condiciones de igualdad en una especia de ágora virtual de arquitectura indestructible e incontrolable para cualquier poder. Todos podrían hablar con todos sin intermediarios.

El tiempo demostró que no sería necesariamente así. A fines de los '90 la concentración de internet se aceleró a toda máquina gracias a los capitales de riesgo que buscaron la forma de hacer negocios en el ciberespacio. Con la explosión de la burbuja "puntocom" a comienzos del siglo XXI solo algunas pocas sobrevivieron pero en el camino encontraron el santo grial: los datos.

La tendencia natural de las plataformas de internet es ir hacia la concentración. El proceso suele llamarse "efecto de red": la gente va a las redes sociales donde están sus amigos, los pasajeros a las plataformas con más choferes porque no quieren esperar, usan los buscadores que están más entrenados por más gente y así se los entrena más. El proceso se refuerza a sí mismo en un círculo virtuoso. De allí el incentivo por arriesgar mucho dinero para picar en punta y quedarse con un mercado completo. Poco queda de la red distribuida en un ciberespacio ahora copado por un puñado de empresas. Y cuando cae una, arrastra actividades en medio planeta.

Lecciones para aprender

No es la primera vez que se caen los servidores de una empresa del tamaño de Facebook. En diciembre de 2020 los servicios de Google dejaron de funcionar por poco menos de una hora produciendo un sismo no solo en las comunicaciones, sino también en herramientas de trabajo que, para peor, eran vitales en tiempos de pandemia. La caída de Google impactó en las posibilidades de enviar o recibir mails, pero también de estudiar, hacer reuniones, cargar datos en documentos compartidos o transmitir una obra por YouTube. De hecho, Google es parte de la infraestructura de otras empresas y cuando sus servidores caen arrastran, por ejemplo, a los mapas que usan los servicios de esta empresa para funcionar. Es cierto: sin los aportes de este gigante muchos servicios como el mapa de Buenos Aires "Cómo llego" tal vez no serían posibles a menos que, justamente, se desarrollara un servicio propio con trabajo local.

En resumen, casi sin darnos cuenta, por practicidad y una supuesta gratuidad (que en realidad se paga en datos, pero también en independencia), empresas, ciudadanos y hasta gobiernos utilizan de forma creciente estas infraestructuras que así concentran más datos, consiguen el dinero para mejorar sus desarrollos y hacen aún más dependientes a otros países.

Alternativas

¿Debería haber infraestructuras nacionales o al menos regionales que permitan cierta autonomía de infraestructuras claves para el funcionamiento del país? Ahora la pregunta parece urgente pero es muy probable que vuelva a olvidarse ahora que Facebook ya arrancó sus servidores nuevamente.

Es cierto: dar un servicio tecnológico de la calidad que ofrece las grandes corporaciones no es fácil. Estas empresas manejan recursos capaces de opacar sistemas científico tecnológicos de países enteros. Pero por otro lado, no es imposible: existen alternativas sobre todo en software libre, para no arrancar desde cero. Ese camino, que genera cierta incertidumbre y que carece de marketing sostenido por millones de dólares, no solo generaría trabajo local y ahorro en divisas, sino que también favorecería el desarrollo de conocimiento e investigaciones como muestran algunos ejemplos exitosos.

Es en los momentos de crisis cuando se reaviva la discusión acerca de la necesidad de no depender tanto de infraestructuras que no se controlan. Habrá que ver si esta vez alguien logra recordarlo.



martes, 5 de octubre de 2021

Colapso de Facebook: alertan que los datos de millones de usuarios podrían estar a la venta en un foro de hackers
Según el informe, realizado por el periodista Miklos Zoltan, este episodio constituye "la mayor y más significativa filtración de datos de Facebook hasta la fecha". Los datos filtrados podrían contiener el nombre, correo electrónico, número de teléfono, ubicación, sexo e identificación del usuario.


Imagen: AFP


El sitio especializado en asuntos de privacidad en la red Privacy Affairs denunció este lunes que los datos personales de más de 1.500 millones usuarios de Facebook estarían a la venta en un foro de hackers.

Según el informe, realizado por el periodista Miklos Zoltan, este episodio constituye "la mayor y más significativa filtración de datos de Facebook hasta la fecha". De allí se desprende que los datos filtrados "contienen el nombre, correo electrónico, número de teléfono, ubicación, sexo e identificación del usuario" y que "pueden ser utilizados para ataques tipo 'phishing' y de toma de posesión de cuentas".

La filtración se habría dado a finales de septiembre, cuando un usuario de un conocido foro de hackers publicó un anuncio en el que afirmaba poseerlos y un posible comprador afirmó haber recibido una cotización de 5.000 dólares por los datos de 1 millón de cuentas de usuario de Facebook.

La noticia se conoció en el marco de la caída global de todas las plataformas de Facebook Inc, como la red social del mismo nombre, Instagram, WhatsApp y Messenger. Tras cuatro horas de fallas aún no hubo comunicación oficial sobre las causas de las fallas, y los servicios continúan sin funcionar.



Tras el corte de Facebook todos miran a Frances Haugen: reveló escandalosos documentos de la empresa
La antigua empleada de Facebook, que declara este martes en el Senado de Estados Unidos, acusó a la compañía de elegir "las ganancias sobre la seguridad".
Por Guido Vassallo





Los cortes masivos en los servicios de Whatsapp, Instagram y Facebook, las redes sociales propiedad de Mark Zuckerberg, se produjeron justo el día después de una impactante revelación que salpicó al gigante tecnológico. La filtración por parte de una exempleada de varios documentos internos de Facebook al diario The Wall Street Journal demostraron que la empresa actúa de una forma muy diferente al discurso que pregona en público. El domingo, Frances Haugen hizo su aparición en la televisión estadounidense para revelar su identidad y asegurar que Facebook sabía que sus productos estaban alimentando el odio y dañando la salud mental de los niños. La antigua empleada de Facebook, que declara este martes en el Senado de Estados Unidos, acusó a la compañía de elegir "las ganancias sobre la seguridad".

¿Qué revelan los documentos de Facebook?

La gran conclusión que puede extraerse de la documentación filtrada a The Wall Street Journal es que los directivos de Facebook saben que las plataformas de la empresa son, en muchos casos, nocivas para los usuarios. El elemento que más indignación generó en la prensa y en los usuarios fue la investigación realizada por la misma empresa que determina que Instagram es perjudicial para una parte de sus usuarios más jóvenes, y "especialmente tóxico" para las adolescentes.

"Lo que reveló esta mujer (Frances Haugen) es que el algoritmo, es decir la fórmula con la que Facebook organiza la información, podía ser regulado o modificado para que no privilegiara ciertas conductas adictivas o que dieran preminencia a mostrar siempre los mismos cuerpos", explica a Página 12 Natalia Zuazo, directora de Salto Agencia y autora del libro Los dueños de internet. Zuazo detalla que los directivos de Facebook podían evitar que las adolescentes "sufrieran transtornos de alimentación mostrando por ejemplo una diversidad de cuerpos y sin embargo esto no sucedía, se apuntaba a un determinado tipo de belleza".

Otro de los documentos de Facebook desclasificados por el Wall Street Journal muestra cómo un grupo de empleados avisó a sus superiores que se estaban publicando mensajes en países subdesarrollados sobre tráfico de personas, venta de órganos y violencia contra minorías étnicas. Todos esos mensajes están prohibidos por las reglas de la propia plataforma pero, según los documentos internos, la respuesta de la empresa fue en muchos casos inadecuada o nula.

Incluso Mark Zuckerberg, buscando mejorar su alicaída reputación, apoyó la promoción de la vacunación contra el coronavirus a través de su plataforma. Pero los informes internos muestran que esa jugada también le "falló": se descubrió que el colectivo negacionista de la pandemia usó las propias herramientas dispuestas por Facebook para expandir su mensaje.

¿Quién filtró los documentos?

La encargada de filtrar los documentos a la prensa fue la exempleada de Facebook Frances Haugen, de 37 años. Haugen trabajó para empresas como Google y Pinterest, pero dijo que Facebook era "sustancialmente peor" a todo lo que había visto antes. El domingo en una entrevista en el programa televisivo "60 Minutes", exigió que la compañía sea regulada.

"Facebook una y otra vez ha demostrado que prefiere sus ganancias a la seguridad", dijo Haugen y explicó que durante las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, la compañía se dio cuenta del peligro que representaban los contenidos de odio y activó los sistemas de seguridad para reducirlos. Pero "tan pronto como terminaron las elecciones los apagaron, o cambiaron la configuración a la de antes, y eso realmente me parece una traición a la democracia", aseguró la analista de datos.

La respuesta de Facebook

Este lunes, antes de la caída masiva, Facebook se había defendido de las acusaciones de Haugen afirmando que se trata de un sitio "seguro y positivo". El vicepresidente de política y asuntos globales de Facebook, Nick Clegg, también rechazó con vehemencia la afirmación de que sus plataformas son "tóxicas". The New York Times informó el sábado que Clegg trató de adelantarse a la entrevista de Haugen escribiendo una circular de 1.500 caracteres al personal para alertarlos de acusaciones "engañosas".

Zuazo remarca que hace casi diez años vienen apareciendo denuncias de exempleados de Facebook. "Revelan cuestiones que pasan en la plataforma, y la empresa después tiene que asumir que estas cosas efectivamente pasan. Pero Facebook lo sabe y deja que esto siga sucediendo constantemente para monetizar con sus usuarios: cuanto más tiempo están en la plataforma, más tiempo se les pueden vender productos y servicios a través de anuncios", asegura la autora de Guerras de internet, quien cree que la interrupción del servicio durante buena parte del lunes obecedió a cuestiones técnicas, aunque podrían haberse generado "problemas de seguridad y filtraciones de datos".

¿Puede Facebook ser juzgado?

Frances Haugen testificará este martes ante el subcomité de Protección al Consumidor del Senado de Estados Unidos, que investiga las prácticas en Facebook a raíz de lo publicado en el Wall Street Journal. Si se demostrara que directivos de Facebook mintieron o escondieron información al Congreso de forma deliberada, podría considerarse un delito de falso testimonio.

La vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo este lunes que los documentos de Facebook "dejan claro que la autoregulación no está funcionando" y que "refuerzan la gran preocupación que el presidente Joe Biden y legisladores de ambos partidos han expresado sobre el poder y la manera de operar de estos gigantes mediáticos".